jueves, 15 de diciembre de 2016

Capítulo 37. Una tarde con Ashton

Idiota



Capítulo 37. Una tarde con Ashton


[Michael]

Me duele todo dentro de mí. Mi corazón llora y nadie se da cuenta.
¿Será porque he estado corriendo? ¿Es posible morir de amor? ¿De dolor?
Por más que intento no puedo apartar la horrible escena de mi mente. Veo a Ashton y Melissa besándose. Una y otra vez.
Caigo de rodillas. Cubro mi rostro con ambas manos. No creo que sea posible secarse por tanto llorar, pero, oh, cielos… ¡duele!
Veo un par de zapatos conocidos frente a mí y luego al dueño acuclillarse. No decimos nada, no hace falta decirlo. Nos sumergimos en el mismo dolor. Nos abrazamos en silencio.
¿Quién iba a pensar que las circunstancias me llevarían en algún momento a estar sentado al lado del principito en una de las tantas bancas del parque? Nadie. Pero aquí estamos. Ambos mirando hacia la nada, cada uno sumergido en sus propios pensamientos.
-La próxima semana hay que regresar a Londres – deja salir el principito, no sé si para recordarme mi triste realidad o solo por romper el silencio.
Cualquiera que sea el caso, respondo con un encogimiento de hombros.
-Ashton será internado en una clínica de rehabilitación dentro de dos semanas.
-¿Qué?
Estoy casi seguro que mis ojos casi se salen de sus órbitas por lo grande que los he abierto ante tal confesión.
-Me lo dijo esta mañana – el principito parece no mentir – le harán estudios en un par de días, sino ven mejora en su amnesia lo internarán. Temen que no sea normal su falta de memoria.
-Pero… la operación es reciente y…
-Por eso le darán dos semanas.
Muerdo mi labio inferior.
-Oye… - me toma de la mano, frunzo el ceño – sé que es difícil no poder decirle las cosas, pero Ashton te necesita.
-Él se olvidó de todo… - musito.
-Ya sabes qué hacer.
-¿Qué?
-Hazlo recordar – el principito sonrió de lado.
[…]
Hazlo recordar.
Las palabras del principito rondan en mi cabeza una y otra vez. Fue fácil decirlo, pero hacerlo y sin comprometerse mucho es otra cosa. ¿Cómo demonios hago que me recuerde sin decirle las cosas directamente? Además, cómo podría ir a verlo después de haberme ido así como así. Hace dos días de eso.
-Hércules, ¿Qué hago? – Miro a mi gata, quien ladea la cabeza y maúlla – no sé hablar idioma gato, si fueras tan amable de… ¿Qué demonios estoy haciendo?
Me cubro los ojos con ambas manos, estoy comenzando a marearme, supongo que permanecer en la misma posición por más de 20 minutos tiene algo que ver, sobre todo cuando mi cabeza es la única que está colgando sobre el borde de la cama.
-Hércules, ¿crees que deba ir a visitar a Ashton? – Descubro mis ojos – aunque tengo la sensación que él me odia… o creo que él cree que yo lo odio. Es lo único que recuerda de mí. ¿Por qué demonios me comporté como un imbécil con él?
Giro mi cuerpo porque sinceramente ya no siento mis brazos y Hércules está tratando de arañar mi rostro.
-¿Y si le pido ser mi amigo? – cruzo mis brazos sobre la cama y recargo en éstos mi rostro, viendo directamente a los ojos de mi gata – si comienzo desde el inicio, tal vez… él me recuerde… ¿Qué dices? – jugueteo con mis cejas.
Hércules mueve su cola de un lado a otro.
-¿Algún día responderás mis preguntas? – le sonrío de lado, acariciándole las orejas. Ronronea - ¿Escuchaste eso? – me levanto sigilosamente.
Y si, nuevamente escucho ruido cerca de la ventana, es como si alguien estuviera aventando pequeñas piedras. Frunzo el ceño. En cuanto abro la ventana, una diminuta roca choca contra mi frente. Me quejo.
-¿Qué demonios…? ¿Ashton?
Ya enloquecí. No esperen… sí es Ashton.
-Hola, perdón por la pedrada – se sonroja. Oh, dios... me dará algo. Ashton está aquí…
¡Ashton está aquí!
Y yo creo estar en una especie de shock.
-¿Ashton?
-Si… emh… tú… olvidaste algo – frunzo el ceño. ¿Olvidé algo? Ashton me muestra mi aparato de MP3. Se debió haber caído cuando salí corriendo cuando lo vi besar a Melisa.
-Espera…
Giro hacia mi habitación. Regulo mi respiración. Y, esperando, no emocionarme como niñita cuando ve a su ídolo, corro hacia donde Ashton me espera.
-Hola – saludo en cuanto estoy frente a él. No puedo evitar el sonreírle.
-Es tuyo – Ashton sonríe mostrando sus preciosos hoyuelos.
-Gracias – respondo, en cuanto el objeto esta en mis manos.
Nos miramos a los ojos.
-No me di cuenta cuando te fuiste… - susurra, rascándose la nuca.
Por supuesto que no se dio cuenta, estaba besando a la zorra. Gruño.
No es momento Mike, no es momento para celos.
Hazlo recordar 
Las palabras del principito llegan a mí.
-Yo… tenía algo que hacer – respondo – pero… gracias por cuidarlo y traerlo. No debiste molestarte...
-Supongo que… el otro Ashton lo hubiera hecho – alzo una ceja – ya sabes… el Ashton que es tu amigo.
No, el otro Ashton no era solo mi amigo.
-Tú y yo podemos serlo – le extiendo mi mano – soy Michael. Tu nuevo mejor amigo – le sonrío de lado.
Ashton frunce el ceño. Observa mi mano por unos cuantos segundos antes de estrecharla.
-Soy Ashton – sonríe.
Esto es ridículo. Lo arrastro hacia mí y lo abrazo. El parece tensarse, pero luego se relaja. En cambio yo, aspiro su aroma tan peculiar.
-Te extrañé… - susurro.
Nos separamos lentamente.
[..]
-Entonces… ¿solemos acostarnos así? – no necesariamente, pero qué importan los detalles ¿cierto?
-Sí – respondo.
Estamos en la azotea de mi casa. Tumbados mientras vemos cómo el sol se oculta lentamente a lo lejos. En varias ocasiones Ashton y yo fuimos testigos del atardecer. Justo como en estos momentos, salvo que en las ocasiones anteriores, nos abrazamos, acariciamos… y nos besamos.
-Ya debería irme… - Ashton se levanta lentamente. Estoy seguro que se ha dado cuenta de mi gesto de decepción – mamá ya debe de estar por llegar a casa y no le he avisado que he venido.
-Por supuesto… te acompaño – le sonrío.
Asiente con media sonrisa.
-¡Ahhh! ¡¿Qué es esa cosa?! – Ashton se esconde detrás de mí y entonces visualizo el objeto de su miedo. Hércules.
-Es… mi mascota, tranquilo, no te hará nada. Ella sabe que no debe acercarse a ti.
-¿Ella sabe? – me lanza una mirada de confusión. Asiento con la cabeza.
-Vamos, se hace tarde – le comento, rodeando a Hércules.
-¡Qué miedo! – exclama, una vez fuera de la casa.
-Vamos, Hércules es inofensiva.
-¿Hércules? – frunce el ceño – pero… has dicho “ella”.
Me encojo de hombros.
-Es bonita – confiesa, minutos después.
-Gracias. Alguien muy especial me la regaló.
Ashton se detiene por unos momentos.
-¿Estas bien? – pregunto, viéndolo a los ojos. Él parece estar en un dilema… como si estuviera recordando algo - ¿Ashton?
-Emh… sí… lo siento… es solo que… nada – sacude la cabeza. 
Continuamos caminando, conversamos de cosas no muy comprometedoras. Reímos mucho en todo el camino. Lo cierto es que extrañaba su sonrisa.
-Hemos llegado – anuncio lo obvio en cuanto llegamos a la puerta de su casa.
-Gracias por acompañarme.
-De anda, amo… amogo… ¡amigo! – oh dios, qué ando diciendo. Por favor que alguien me abofetee.
Ashton suelta una sonrisa floja.
-Lo siento es solo que… nada – sonrío, nervioso – nos vemos luego – me despido con una señal de mano.
Giro sobre mis talones, doy un par de pasos cuando lo escucho llamarme.
-¡Mike!
Muerdo mi labio inferior antes de girar y verlo.
-¿Te irás a Londres la próxima semana? – en su mirada hay incertidumbre.
Sí.
-No.
-¿Tus clases no inician el mismo día que las de Luke?
Si.
-No. Estamos en diferentes carreras.
-Oh.
Sí, oh…
-¿Cuándo regresas a Londres?
Debería regresar la próxima semana.
-En dos semanas.
-Yo también, no a Londres, pero sí a otro lugar…
Lo sé, por eso me quedo.
-Tendrás que soportarme todo ese tiempo.
-En realidad… no es tan malo – sonríe.
Tus palabras me hacen bien.
-Nos vemos mañana, Ash.
-Sí…
Te amo.



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