lunes, 14 de noviembre de 2016

II. Hércules.

Idiota



II. Hércules.


Tres meses después que Michael inventó el súper-mega-código.

Cuando Ashton entró en la habitación vio a Mike sentado en una esquina, llorando, viendo hacia la nada. Se acercó a él lentamente, se sentó a su lado.
-¿Mike? – llamó.
El aludido parpadeó lentamente en respuesta.
-¿Qué pasó?, ¿todo está bien?
Negó con la cabeza, se abrazó a él.
-Murió… - susurró.
Ashton tragó saliva, no sabía muy bien cómo poder animar a su amigo. Alguien había muerto, no lo podía traer de regreso y así hacer que la felicidad regresara al muchacho.

[…]

Michael parecía más animado después de dos meses. Se había recuperado rápidamente después de la horrible noticia que le habían dado.
-¡Idiota! – entró a la habitación, saludando a Ashton.
-Mike – rodó los ojos, rascándose el cuello.
-¿No estas emocionado? Dos semanas y finalizamos el año, ¡por fin regresaremos a casa! – Alzó ambos brazos mientras brincaba en la cama de su compañero - ¡Adiós a las clases!, ¡adiós a los profesores y sus ridículos castigos!, ¡adiós a…! – no pudo continuar, ¿Qué diría?, ¿adiós a Ashton?
El miedo se apoderó de él.
¡No vería por dos largos meses al idiota de Ashton!
Ya no siguió brincando en la cama, en lugar de eso se sentó al lado de su amor platónico.
-¿Te aburrirás en las vacaciones sin mis ocurrencias? – preguntó, viéndolo a los ojos.
-Te refieres si… ¿te extrañaré?
-Yo no dije eso – se levantó de la cama y se dirigió hacia la suya – pero ya que tocaste el tema…
Ashton sonrió de lado.
-Tal vez…
-No vivo lejos – se encogió de hombros.
-¡Es como un km de mi casa y en bici!
-Yo sé andar en bici – Michael se rascó la barbilla.
-¿Me visitarás? – el castaño se sorprendió, ahora rascándose los brazos.
-No – el pelinegro frunció el ceño.
-No te entiendo.
-¡Bienvenido al club! – se lanzó hacia él sin previo aviso. Ashton cayó de la cama por la sorpresa. No paraban de reír. Ambos estaban tumbados en el suelo.
Un maullido se escuchó.
-¿Qué es eso? – Mike preguntó, señalando una caja agujereada que estaba bajo la cama de su amigo.
-¿Un regalo? – tentó Ashton.
-¿Para mí? – el pelinegro se acercó hacia la caja.
-Tal vez es muy pronto. Aún has de extrañar a Simba…
-¡Es lo que creo que es! – Mike gritó emocionado, estaba en su cama abriendo la caja - ¡No puedo creerlo! ¡Es para mí! – sus ojos brillaban de la felicidad.
Ashton asintió, mordiéndose el labio inferior y tratando por todos los medios de no gritar del gran lio que sentía en todo su cuerpo.
-¡Gracias! – Mike abrazó al pequeño gatito. Era de color blanco con manchas amarillas – Se llamará Hércules.
-Es niña – musitó Ashton, reprimiendo un estornudo.
-Igual se llamará Hércules – sentenció el moreno.
Ashton sonrió.
-Tenemos que esconderlo hasta que se terminen las clases.
-Será sencillo, solo son dos semanas.
El castaño trató de sonreír. Serían las dos semanas más largas de su vida. Se rascó la nuca.
-¿Quieres darle un abrazo?
-Este…
Michael se acercó a él lentamente.
-Yo… ¡achúú!
Hércules se asustó y se fue a esconder bajo la cama de su nuevo dueño.
-¿Qué demonios fue eso? – Mike agrandó los ojos.
-¿Un resfriado?
[…]
Mike gruñó, la verdad era que le estaba costando quedarse dormido. La causa: Ashton. Específicamente, los estornudos del muchacho. El pelinegro se levantó rápidamente y encendió la luz.
-Idiota, deberías ir… ¡¿Qué demonios!? ¡Ashton! – se asustó.
El aludido, tenía la nariz y los ojos rojos de tanto estornudar sin contar que tenía una horrible urticaria en los brazos y el cuello.
-¿Qué demonios te pasa?
Mike se acercó a él lo que ocasionó que el muchacho estornudara más.
-Yo… - su voz sonó rasposa.
No le fue difícil descifrar el motivo de los síntomas de su amigo. Sumó dos más dos y ahí estaba el resultado. Ashton había comenzado a estornudar y rascarse desde que entró en la habitación. La diferencia a días anteriores era que Hércules no estaba.
-Eres alérgico a los gatos – no fue una pregunta.
-¿Sorpresa? – trató de sonreír.
De aligerar el ambiente.
De no hacer sentir mal a su compañero.
Trató de hacer de eso una broma.
Sin embargo; Mike no sonreía.
-Vamos a la enfermería.
Mike le ayudó a llegar. Ashton no estaba muy seguro que tanto murmuraba su compañero. Pero si estaba seguro de algo. No lo quería ver enojado de nuevo.
[…]
Cuando Ashton volvió en sí, sintió un peso ligero sobre su mano derecha. Abrió lentamente los ojos y pudo ver que ese “peso ligero” era la cabeza de su amigo.
-¿Mike?
El aludido despertó lentamente.
-¡Ey! – Saludó con una sonrisa de lado - ¿Cómo te sientes?
-Mejor – su voz aún sonaba rasposa.
-Qué bien – se borró su sonrisa – Ahora me dirás por qué hiciste esa estupidez.
-Estabas triste por la muerte de Simba y… pensé… ¿Qué tal otra mascota? Y…
-¿No crees que me sentiría culpable siendo el responsable de tu muerte?
-Wow, espera… yo aún no me he muerto – frunció el ceño.
-¡Pero pudiste! – se alteró.
-Yo solo quería verte feliz – murmuró, desviando la mirada.
-Eres tan… brutoadorable en otras palabras.
Ashton agrandó los ojos, lo miró a él y Mike sonreía de lado, lo cual significaba que no estaba enojado con él.
[…]
Ashton regresó esa misma tarde a su habitación, para su sorpresa todo estaba limpio. No había rastro de Hércules. De manera literal. Mike no quería volver a pasar por el susto dos veces así que envió a su mascota a casa.
-¿Cómodo? – preguntó Mike en cuanto acostó a Ashton en su cama.
-Si – respondió, sonriéndole.
-¡Ashy! – una voz bastante chillona inundó la habitación. Era ella. La innombrable, la zorra, según Mike.
-Melissa – saludó Ashton.
Mike gruñó, alejándose de ambos.
-¿Estas bien?, me acabo de enterar lo que te pasó.
Mike hacía gestos raros a espaldas de la “feliz” parejita.
-Sí, solo necesito descansar.
-¿Qué demonios hacia un gato en la habitación?
Ashton se encogió hombros. Ni loco le diría la verdad, capaz que la muchacha terminaba el trabajo del gato.
Mike se tumbó en su cama, fingiendo leer un comic de moda.
-¿Quieres que me quede a cuidarte?
El pelinegro rodó los ojos con fastidio.
-No, gracias. Ve a tus clases.
-Já – soltó Mike, sintió la mirada de la parejita – Toma esa, zombi – simuló hablar con el comic.
-De acuerdo, pero envíame mensajes si necesitas algo.
-Lo haré – prometió.
Mike gruñó por lo bajo.
-Adiós, bebé – la muchacha le dio un casto beso en los labios.
-Muérete zombi – salpicó, aventando el comic en cualquier lugar.
La muchacha salió, dejándolos solos.
-¿Y bien? – quiso saber Ashton.
-¿Qué? – espetó Mike.
-¿Se murió el zombi?
Mike lo miró fijamente.
-Por desgracia los zombis no mueren – suspiró – y este es un… zombi duro de matar.
-¿Y cómo piensan hacerlo?
-Con la ayuda de alguien, tal vez un… gatito.
Ashton arrugó la nariz.
-Soy alérgico a los gatos.
-Ya lo sé… - susurró. Por dios, hablaban de un comic. Y él, en esa metáfora tan extraña se sentía como el gato. Ashton era alérgico a los gatos y por eso nunca estarían juntos.
-Tengo medicamentos. Me ayudan a mi alergia – soltó el castaño, con una sonrisa de lado.
Y Mike le regresó la sonrisa.



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