domingo, 13 de noviembre de 2016

I. El origen del código.

Idiota


Maratón. El Origen

I. El origen del código.


A mediados del segundo año del internado.

-Son unos hijos de pu… - Ashton alzó una ceja, pero siguió centrándose en la lectura de Historia – malnacidos, ojalá se vayan a la mier… - de acuerdo, algo malo había ocurrido. Su compañero de cuarto, es decir, Michael no solía maldecir tanto a menos que en verdad estuviera molesto - ¡Malditas escorias! ¡Púdranse! – esta vez el castaño se sobresaltó al escuchar el sonido de algo quebrarse.
-¿Todo bien…? – se arriesgó a preguntar, Mike, quien caminaba de un lado hacia otro frente a él, dejó de hacerlo. Lo asesinó con la mirada. Ashton tragó saliva.
-Solo diré que correrá sangre – susurró de manera escalofriante.
-Yo no estoy incluido dentro de esa masacre, ¿cierto?
Mike frunció el ceño.
-Deberías estar leyendo – soltó. El aludido asintió rápidamente.
Estaban haciendo un trabajo en equipo para la clase de Historia. Se encontraban en una banca frente a una glorieta, decidieron hacerlo ahí porque no les quedaba más lugar. De la biblioteca habían sido expulsados por dos días solo porque a Mike se le ocurrió amenizar el ambiente con un poco de música de rock, porque, según él, el lugar estaba muy “silencioso”.
-Ya deja de cacarear – gruñó. Ashton dejó de leer.
Mike estaba molesto. Le habían dado una noticia que para él fue devastadora. Pero fuera de estar triste estaba enfadado. Molesto. No quería descargarse con su compañero de estudio pero por el momento él era el único que estaba a su lado y tenía que soportar su mal genio.
-Bien, señor gruñón, entonces tú lee – Ashton le extendió el libro, Mike ni se molestó siquiera en agarrarlo, de un manotazo lo tiró al suelo - ¡oye!
-Cállate – el castaño se sobresaltó.
Mike estaba en un dilema. Y la verdad era que estaba demasiado confundido. Cuando el profesor de Historia le había asignado a Ashton como compañero de estudio no le agradó en lo más mínimo. Había algo en ese muchacho que le hacía sacar de quicio. Y aún no sabía el qué.
-Cuando tengas ganas de trabajar, me avisas - Ashton se levantó y se dirigió hacia el dormitorio.
Mike gruñó, lo siguió con la mirada. Y entonces se percató de algo. Del porqué de su mal genio. No, la razón no era porque sus primos fueron a su casa y se llevaron un par de sus CD´s favoritos. No. Era ella. Esa maldita zorra que en esos momentos le sonreía, esa que le había recibido con un casto beso en los labios. Aquella que se atrevía a agarrarlo de la mano y llevárselo a quien sabe dónde. La fulana esa que ahora era la... novia de Ashton. Martina, Mónica, Melissa o ve tú a saber cómo demonios se llama la pelirroja esa.
El pelinegro volvió a gruñir. Ashton le había sonreído. Le había mostrado su sonrisa ganadora de premios. Y a él nada. Ni siquiera esa sonrisa de mostrar solo los dientes.
-Maldita, zorra... - gruñó por tercera ocasión.
Eso era esa para él. ¿Acaso Ashton no se daba cuenta que la fulana esa lo estaba usando? ¿Que solo estaba con él porque estaba en la lista de chicos lindos con los cuales salir? No, el muchacho no lo sabía porque era un idiota.
[...]
-Mike, si sigues viéndola de esa manera te aseguro que no funcionará - la voz de Calum le hizo fruncir el ceño – si quieres asesinarla... conozco a un tipo que...
-¿Que? - Mike sacudió la cabeza.
-A Melissa - Calum aclaró - llevas un buen rato queriendo asesinarla con la mirada.
-Yo no quiero asesinarla - musitó, desviando la mirada.
-Claro.
Se encontraban en la cafetería, era la hora del descanso.
Mike se levantó al mismo tiempo que lo hacia la zorra esa, quien tenía la intención de llevarse a Ashton a quien sabe dónde. El pelinegro fue más rápido que ella. Él fue quien agarró primero la mano de Ashton y se lo llevó lejos de ahí frente a las miradas confundidas de Calum, Melissa y del mismo Ashton.
-¡Oye! ¡Ey! - Ashton hacia lo posible por llamar la atención del pelinegro, pero nada funcionaba - ¿A donde me llevas?
Nada. No hubo respuesta. Llegaron a la misma banca de la vez pasada, esa que esta frente a una glorieta. Mike lo hizo sentarse en ésta bruscamente.
-¡¿Cuál es tu problema?! - gimió el castaño, sobándose la mano.
-Quiero trabajar - gruñó - mañana tenemos que entregar el trabajo.
-Ya lo hice - respondió. Porque sinceramente jamás creyó que Mike quisiera trabajar con él. Siempre lo trataba mal, le lanzaba miradas asesinas. Sin contar que el año anterior hizo lo posible por ignorarlo. Estaba más que seguro que su compañero, no solo de habitación sino también de estudio, lo detestaba.
-Deshazlo y lo volveremos a hacer – rodó los ojos.
-Eso no tiene sentido – alzó ambas manos.
Mike se acercó peligrosamente a su rostro. Ashton agrandó los ojos del susto. El pelinegro seguía acercándose mientras lo fulminaba con la mirada.
-De-de acuerdo… lo-lo… ¡por favor, no me golpees! – cerró los ojos fuertemente.
El ojiverde detuvo su acción. En realidad no pensaba golpearlo. Sería lo último que haría con el muchacho que tenía frente a él. Alzó una ceja.
Ashton abrió lentamente los ojos.
-¿Piensas quedarte ahí? – Reclamó Michael – ve por el trabajo para deshacerlo y volverlo hacer.
-Emh… sí, claro… yo… voy – Ashton se sacudió la cabeza y salió corriendo hacia la habitación. ¡Qué susto!
Mientras tanto, Mike se recriminaba internamente. No tenia sentido lo que estaba haciendo, pero la verdad era que… quería pasar tiempo con el idiota ese.
[…]
-¡Demonios! – pateó la banca de concreto. Volvió a maldecir al lastimarse en el proceso.
Se sentó en la banca, sintiéndose el más estúpido de todos los estúpidos del mundo. Había transcurrido dos meses desde que el profesor de Historia le había asignado como compañero a Ashton y eso no hizo más que su mal humor empeorara. Y la razón de ello Michael lo sabía y eso no hacía más que triplicar su mal humor. Lo descubrió ese mismo día.
Odiaba a Melissa.
La razón. Seguía siendo novia de Ashton.
Eso le molestaba.
La razón. Ashton le gustaba.
No, eso no era lo peor.
El muchacho comenzaba a enamorarse de él.
Esa era la causa.
Mike se estaba enamorando de Ashton y eso no podía permitirse por la sencilla razón de que el muchacho en cuestión no era gay. Tenía novia. Y eso dolía. Se conformaría con su amistad. Y eso era realmente patético. Pero se estaba acostumbrado. Incluso comenzaba a llevarse mejor con él. Lo cual también lo hacía más complicado. Había descubierto muchas cosas de Ashton en esos dos largos meses, por ejemplo, descubrió que Ashton tiene mil maneras de reírse. Que sus ojos son color hazel, una combinación entre marrón y verde. Dependiendo de la ropa que usaba sobre sobresalía más un color. Que en ocasiones le teme a la oscuridad. No le gustan muchos lo videojuegos, sobre todo el FIFA. Que su cabello es rubio oscuro y que aparentemente parece ser castaño. Y lo impresionante de todo, comparten el mismo gusto musical.
Esas pequeñas cosas hacían todo más complicado y Mike creía que en cualquier momento estallaría. De un momento a otro saldrían de su boca palabras que probablemente se arrepentiría. Y no sabía si podría manejar la culpa después.
-Ey, Mike – saludó Ashton al llegar a su lado, sonriéndole.
Ashton le sonreía. Había comenzado hacerlo desde hace tres semanas atrás, cuando Mike le había pedido disculpas por comportarse como un imbécil. El muchacho castaño las había aceptado mostrándole la primer sonrisa ganadora de premios (tal como Mike la había bautizado).
-Ashton – murmuró, tratando de controlar sus emociones.
El recién llegado se sentó a su lado, sacó unos libros.
-Investigué un poco sobre el tema del proyecto final.
-Genial – gruñó.
La verdad era que Mike prefería que sus “citas” con Ashton fueran por otra cosa y no por hacer un estúpido proyecto. 
-Yo… no hice mi parte – confesó, después de que Ashton terminara de mostrarle sus aportes.
-No te preocupes, aún falta tiempo – el castaño se encogió de hombros, mirándolo directamente a los ojos.
Esa mirada…
Mike sentía morir. ¿Por qué lo torturaba de esa manera? ¿Por qué tenía que enamorarse de un chico heterosexual?
¡Esperen! ¿Enamorarse?
¡Rayos!
-¿Estas bien? – Ashton se preocupó.
-Sí… yo solo… olvídalo… - el pelinegro sacudió la cabeza.
-Puedes decirme, te puedo ayudar.
No, Ashton no podía ayudarlo.
-No puedes.
El castaño se mordió el labio inferior.
-De acuerdo, solo recuerda que puedes confiar en mí. Y sea lo que sea que necesites puedes contar conmigo.
¡¿Por qué?!
Por qué Ashton era un…
-Idiota… eso es lo que eres…
-Genial, trato de ayudarte y tú me insultas – rodó los ojos, tratando de ocultar su sonrisa. La verdad era que Ashton conocía un poco más a su compañero de cuarto. Sabía que al chico se le dificultaba mucho demostrar sus emociones. Y cuando algo le incomodaba o le asustaba soltaba palabras sin sentido o incluso insultos.
-Eso es lo que eres, Ashton. Un pedazo de idiota.
Y Mike sonrió con triunfo.
Encontró la manera perfecta de demostrar sus sentimientos hacia Ashton sin que él se diera cuenta.
Ashton, ¿Qué era para él?
“Un pedazo de amor…”


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