miércoles, 30 de noviembre de 2016

Capítulo 28. Una tarde con el fenómeno y su hermano.

Idiota



Capítulo 28. Una tarde con el fenómeno y su hermano.


[Mike]

Veo al fenómeno del otro lado de la calle, está dándole mantenimiento a la bicicleta, Harry está a su lado, parecen estar en una conversación agradable.
No puedo evitar sentirme halagado, ¿el pequeño Harry celoso de mí? Pues, comprobémoslo.
-Hola – saludo a ambos, en cuanto estoy a su lado.
-Ey, Mike – el fenómeno sonríe. Harry, por su lado me fulmina con la mirada. Esto será divertido.
-¿Qué hacen?
-Dándole mantenimiento a la bicicleta de Harry – responde mi casi novio.
-Sí, al menos yo sí hago buen uso de ésta – murmura lo bastante alto como para escucharlo.
-Harry… - advierte el fenómeno.
-Tienes razón, Harry – me encojo de hombros. Me estoy dando a la idea que la bicicleta y yo nunca haremos un buen equipo.
-¿La tengo? – parpadea sorprendido.
-Sip – sonrío de lado - ¿Tienen planes para hoy? – me dirijo hacia ambos.
-Pensamos en ir…
-¿Por qué? – Harry frunce el ceño de manera graciosa, aunque ahora que lo observo mejor, es el mismo gesto que el fenómeno hace cuando desconfía de algo.
-Vengo a invitarlos al cine – les digo.
-Genial – Ashton sonríe, mostrando sus preciosos hoyuelos. Harry por su lado, está algo confundido. No se esperaba una invitación de mi parte. De hecho, yo también me sorprendo, pero no quiero ser el malo de película. He venido para hacer las paces con él - ¿Qué dices, Harry?
-No lo sé, esto es muy sospechoso – me mira, entrecerrando los ojos – no nos llevarás en la bici, ¿verdad?
Ashton se carcajea, yo ruedo los ojos.
-No.
-Bien, no quiero morir joven y sin haber terminado de leer el manga de Shaman King.
-Está decidido, iremos al cine.
-Guardaré la bici – Harry se aleja lentamente, en ningún momento dejó de fruncir el ceño. Supongo que me ha dado el beneficio de la duda.
Sonrío de lado.
[…]
Después de varios minutos, decidimos ver Frozen, era la única película más cercana y la verdad no me molesta. Compramos demasiadas palomitas y refresco. La hora de elegir asiento resultó bastante gracioso, tanto Harry como yo queríamos quedar al lado del fenómeno, pero a resumidas, Harry quedó sentado en medio de nosotros.
Con forme avanzaba la película y las palomitas se terminaban, me di cuenta de muchas cosas. Harry y el fenómeno comparten varios gestos. Y lo más escalofriante, Harry y yo casi llorábamos en las escenas tristes, nos emocionamos con las canciones y cuando se reveló las verdaderas intenciones del príncipe Hans hacia Anna, nos enojamos.
De alguna manera, esta película nos hizo entrar en una especie de tregua. Y es mucho avance para una tarde de cine.
Estábamos de camino a casa del fenómeno.
-¿Entonces? ¿No se casarán? Ana y Kristoff – suelto de pronto.
-Supongo, en algún momento – responde el fenómeno.
-¿Querías ver la boda para llorar como niñita? – suelta entre risas Harry.
-¡Oye! Que tú lloraste cuando Elsa cantaba “Libre soooy” – extiendo los brazos, gritando a todo pulmón.
Ashton sonríe, dulce melodía para mis oídos.
-Al menos yo no grité cuando Olaf estaba por derretirse cuando Elsa hizo desaparecer la nieve.
Gruño.
-De acuerdo, chicos. Ambos probaron que no son aptos para ver películas Disney – el fenómeno sonríe, pasando un brazo por los hombros de su hermano menor.
-Mira quien lo dice, el que lloró cuando Anna se sacrificó por su hermana mayor – suelto, divertido.
-Fue una escena muy emotiva – se defiende.
-Como digas, analfabeto – esta vez, soy yo el que se abraza a él.
El resto del camino, nos dedicamos a burlarnos de nosotros por nuestras reacciones de la película. La actitud de Harry cambió un poco hacia mí. Solo un poco.
Llegamos a la casa del fenómeno, Harry entra rápidamente a saludar a su madre quien al parecer acaba de llegar junto con Lauren.
Es gracioso, la hermana de Ashton se llama igual que la zorra segunda. Me alegra saber que al menos, ya no veré a ninguna de las dos zorras en la universidad.
Espero.
-Gracias Mike – susurra el fenómeno, su aliento en mi cuello hace que los vellos de mi nuca se pongan de punta.
-¿Por qué? – susurro, parpadeando.
-Por todo.
El fenómeno une sus labios a los míos.



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