sábado, 12 de noviembre de 2016

Capítulo 12. Cabina de fotos.

Idiota

(*)Lo que está en letras cursivas es lo que ocurrió en el parque de diversiones en la cabina de fotos.

Capítulo 12. Cabina de fotos.




[Michael]

-Esto no debe faltar, ¿cierto? – le pregunté señalando la cabina de fotos. Él sonrió, siempre trae una linda sonrisa.
-Supongo.
Entramos.
-¿Qué tipos de gestos pondremos? – me preguntó, sentándose en el banquito.
-No creo que sea necesario, es decir, ¡mírate! – reí, él rodó los ojos.
Justo en esos momentos salió el primer flash.
[…]
Corrí hasta donde me permitieron mis pies, pero sobre todo por la falta de aire. Me recargué de un árbol. Comencé a golpearme la cabeza repetidamente.
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
Esa pregunta rondaba en mi cabeza una y otra vez, ¿Por qué fui tan estúpido? ¿Por qué le puse mi chamarra? ¿Por qué guardé ahí mi súper-mega-código?
Ahora él lo sabe. Se supone que eso no debía de pasar. Él jamás debía de haberse enterado.
Estúpido.
Estúpido.
Estúpido.
Me seguí dando de golpes en la cabeza, hasta que alguien me interrumpió.
-No sé si esa es una nueva forma de estudio, pero… ni loco lo intentaré – es la voz de Calum, mi mejor amigo.
Gruñí en son de respuesta.
-Te perdiste las últimas clases. ¿Andabas de vago, otra vez?
Volví a gruñir.
-Mike, deja de golpearte y mejor dime qué pasó – me alejó lentamente del árbol y me sentó en el césped.
Suspiré largamente. La verdad era que no quería decirle lo que me pasaba. Bastante vergonzoso fue la vez que le dije que me gustaba el fenómeno.
-Sea lo que sea, te aseguro que tiene solución – me miró fijamente, asentí lentamente. Me tumbé en el césped. Él hizo lo mismo.
-Lo sabe – musité.
-¿El fenómeno? – agrandó los ojos. Rodé los ojos maldiciéndome el haberme descuidado y que él hubiera descubierto mi súper-mega-código. Asentí – Lo siento. Pero, debe de haber un lado positivo a todo esto.
Gruñí.
No hay ningún lado positivo. Ahora él se alejará de mí. Él no está enamorado de mí sino del principito ese. Jamás sentirá lo que yo siento por él.
-¿Me dejarás dormir en tu habitación? – más que pregunta fue una súplica.
No quiero volver a la mía y encontrarme con él. Me siento un idiota.
-El tiempo que quieras – sonrió de lado.
[…]
Yo seguía riendo.
-De acuerdo, no te enojes – lo miré, jugueteando con mis cejas de arriba abajo. Le mostré mi lengua y él sonrió.
Un segundo flash nos invadió.
-Con este paso tendremos fotos desperdiciadas.
-Oye, no es mi culpa que estés tan feo – hice pucheros.
-Me refiero a que ni siquiera hemos mirado a la cámara – alzó los brazos y un tercer flash salió de la cámara.
-Podemos entrar nuevamente y esta vez asegurarnos de tomarnos unas excelentes fotos, aunque claro, necesitaras una cirugía y…
-Cállate, Mike – su enorme mano giró lentamente mi cara hacia la izquierda justo en el momento en que la cámara tomaba la última foto.

[…]
Ha transcurrido una semana desde que no duermo en mi habitación. La mayor parte del tiempo he estado evitando a Ashton. En las clases no puedo hacer mucho, compartimos todas a excepción de algebra, pero me aseguro de no sentarme cerca de él. Llego temprano o me voy muy tarde.
El principito ha regresado a clases y ha intentado acercarse a mí pero al igual que a Ashton lo he evitado.
-Mike, sabes que te quiero y toda esa cosa, pero… alejándote no arreglarás nada – me dice Calum, estamos tumbados en la alfombra de su habitación.
Gruñí en son de respuesta.
-Si hablaras con él y…
-Si no quieres que siga durmiendo aquí yo…
-No es eso, eres bienvenido. Además mis compañeros de cuarto están aún en las olimpiadas académicas en la capital así que… aún puedes quedarte un par de días más – explicó – pero el punto aquí es que así no se solucionan las cosas. Tarde o temprano tendrás que hablar con él.
-No hay nada que hablar – dije entre dientes.
-Sí lo hay, por algo lo estas evitando.
-No entiendes – musité, tapando con el brazo izquierdo mi rostro.
-Explícame.
-Es difícil… él es tan… anormal y bruto – solté apesadumbrado.
Calum soltó una sonrisita.
-Que en tu código… ¿sería…?
-Exactamente eso – aclaré rápidamente, sonrojándome ligeramente – No puedo hablar seriamente estando él frente a mí porque me vuelvo un completo idiota. Todo parece desaparecer y solo estar nosotros dos y eso me asusta… me siento mal.
-No es malo sentirse enamorado – dejó salir.
Bufé.
-Mike – me quita el brazo del rostro lentamente, me hace mirarlo a los ojos – no está mal lo que sientes por él.
[…]

-¡Genial! Ya se nos fueron las cuatro fotos – gruñó.
Su expresión era adorable.
-Yo invito la otra ronda – le sonreí, depositando la moneda correspondiente - ¿Qué se supone que haces? – Pregunté entre risas al ver que inflaba sus cachetes y hacia viscos. Giró a verme y yo no pude evitar alzar una ceja en son de duda.
El primer flash salió disparado y él soltó el aire que retenía comenzando a reír.
-Así son las fotos, debes hacer gestos, ¿acaso no me escuchaste cuando recién entramos?
-Quedamos en que no necesitabas hacer gestos – rodé los ojos, él frunció el ceño.
-No cooperas, Clifford, no cooperas – me apuntó con su dedo índice.
-No me regañes – lo empujé levemente, agarrándolo por sorpresa. Resbaló del banco, cayó de espaldas.
Solté una carcajada.
-No seré el único en el suelo – se quejó jalándome de la camisa, haciéndome caer también. Nuestros pies estaban suspendidos en el aire cuando fue disparado el segundo flash.
[…]
-¿Qué demonios…? – fui encerrado en el cuarto de suministros. Agrandé los ojos al ver que tenía al principito frente a mí.
-Una vez me lo dijiste y ahora yo te lo diré – frunció el ceño y con su dedo índice me apuntó - ¡Basta, le haces daño!
-¡Suéltame! – Lo alejé de un empujón – No tengo que…
-Cállate y escúchame – alcé una ceja y luego fruncí el ceño. ¿Quién demonios se creía este principito de cuarta? – No sé qué demonios ha pasado entre ustedes dos, pero de algo estoy seguro. Él está mal. Tú le importas mucho. Deja de lastimarlo. Si tanto te importa no le hagas sufrir.
Gruñí, desviando la mirada.
Tuve que tener demasiado autocontrol para no terminar golpeando al responsable de todo. De acuerdo, él no tenía la culpa pero si tenía que culpar a alguien ese sería el principito. Si no se hubiera ido al cumpleaños de su abuela nada de esto estuviera ocurriendo.
-Yo no he hecho nada – musité, sin mirarlo.
-Y por “nada” no has dormido en la habitación toda una semana – alzó una ceja.
-Déjame en paz – solté.
-Mike, tienen que arreglar esto. No puedo soportar ver a mi mejor amigo de esa manera. Y aunque no lo creas, a ti tampoco. Ambos están sufriendo y no sé qué hacer para que dejen de hacerlo.
-No te metas.
-Al menos no suspendas las tutorías de álgebra – giré a verlo, frunciendo el ceño – si sigue así, reprobará.
Agrandé los ojos.
-No puede hacerlo, perderá la beca.
-¿Ashton tiene beca? – frunció el ceño.
-Él dijo que… - el principito sonrió de lado, negando con la cabeza.
-Hasta donde sé, él tiene problemas con el álgebra, pero solo eso. No hay beca de por medio.
¿Qué demonios? ¡¿Me mintió?!
-Tal vez mencionó lo de la beca para que lo ayudarás a estudiar. Y eso, te debe decir que él quería tu ayuda no la de nadie más.
-Ese… maldito fenómeno
El principito sonrió.
-Supongo que no es tan retrasado como piensas… - agrandé los ojos – No sé qué signifique en tu retorcido idioma, pero creo que le acerté en algo – sonrió, encaminándose hacia la salida – Habla con él. Se siente culpable.
Fruncí el ceño.
¿Culpable?
[…]
Seguíamos en el suelo, nuestros pies en el aire.
-Si seguimos así, no habrá foto decente de la cual presumir o recordar de este momento – Ashton no paraba de reír.
-¿Tienes algún cable o cuerda para apagarte?
Esta vez sonrió más fuerte. Se agarró el estómago.
-Levantémonos, ya me está doliendo la espalda.
-Y a mí la panza, aún no hemos comido – frunció el ceño, mientras se ponía su sombrero negro.
-Tengo una idea – solté, el me observó fijamente, de un manotazo le tiré el sombrero.
-¡Oye! – reclamó, reí.
Se agachó para levantarlo justo cuando el tercer flash se escuchó.
-¡Somos malos para estas cosas! – se volvió a poner el sombrero, me encogí de hombros.
Se veía tan lindo, tan él.
Sus ojos brillaban, en verdad se estaba divirtiendo a mi lado a pesar de las barbaridades que le he hecho en todo el día.
-Sabes, eres extraño – confesó, fruncí el ceño – en el buen sentido. Eres genial.
-Vaya, muchas gracias. Pasé de ser extraño a genial en menos de un minuto.
Él sonrió, negando con la cabeza.
Le mostré la lengua nuevamente. Y él sonrió, mostrando sus hoyuelos. Y como si estuviera planeado, ambos miramos hacia el frente sin cambiar nuestras expresiones cuando el último flash se escuchó.
-¡Sí! – soltó Ashton, alzando los brazos y aplaudiendo – al fin, una foto decente – sonrió.
-Yo salí mostrando la lengua – fruncí el ceño.
-Yo no dije que tú fueras decente.
-¿Sabes lo que tú eres para mí?
Negó con la cabeza. Yo solito me puse la soga en el cuello, ¿en qué demonios estaba pensando? Y ahora qué demonios le digo. No le puedo decir que él es lo mejor que me ha pasado en la vida. Porque lo es. Sin embargo; de mí sale…
-Mierda… eso es lo que eres.



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