domingo, 14 de agosto de 2016

Analfabeto*Mi cielo

SMC. Súper Mega Código. By Michael Clifford 



Analfabeto*Mi cielo


-¡Corre, Mike!
-¡No puedo! ¡Ya me cansé y estoy sudando hasta por las pestañas!
-Mike, por dios, no seas analfabeto. Nadie suda por las pestañas.
-¡Perdón, amo y señor de la sabiduría!
Ashton se carcajeó no pudiendo continuar. El teñido agradeció el descanso. Le sonrío de lado, mirándolo fijamente hasta el momento en que Ashton alzó una ceja y el ojiverde se sintió demasiado expuesto.
-¿Podemos irnos ya? – sugirió.
-De acuerdo – el rizado rodó los ojos.
-Esta vez caminando.
-Si no se te ocurre patear a ningún perro, eso no será necesario.
-¡Ese perro fue el culpable de todo!
-Tú lo pateaste.
-¡Se estaba comiendo mi helado!
-Que ya estaba en el suelo – el rizado negó con la cabeza.
-Ajá, entonces fue culpa tuya – Mike refunfuñó. Ashton alzó una ceja – Si no me hubieras empujado en primer lugar no se me hubiera caído el helado, el perro no se lo hubiera comido y yo no lo hubiera pateado.
-Hay muchos “hubiera” en esa oración – arrugó la nariz.
-¡Y sigues insultándome!
-No te dije nada – el rizado frunció el ceño.
-¡Me has dicho analfabeto!
-¿Y? Tú me has dicho de otras formas peores – musitó.
-Qué rencoroso – gruñó.
Ambos se cruzaron de brazos. No se dirigieron la palabra por el resto del camino hacia el internado. Habían salido desde temprano a la biblioteca, ya que aún no les levantaban el castigo. En cuanto estuvieron dentro cada uno se dirigió a un lugar distinto.
Mike no estaba seguro de lo que había ocurrido, pero no le gustaba esa sensación de estar enojado con Ashton. Además, le molestaba el hecho que el muchacho no le hablara y no se disculpara. Comenzaba a extrañarlo más de la cuenta y eso sí que no le agradaba, pero a esas alturas ya sabía que lo que sentía hacia el rizado era más que cariño fraternal. 
Dos días habían transcurrido y haciendo de tripas corazón y sobre todo tragándose el orgullo, Mike decidió ir a hacer las paces. Buscó al rizado por todos lados y no lo encontró. Cansado y decepcionado se dirigió hacia el jardín trasero, recargándose sobre un árbol frondoso.
-¿Por qué demonios soy tan imbécil? – se giró de frente hacia el árbol. Y se dio el primer golpe en la cabeza - ¿Por qué? – un segundo golpe.
-¿Qué haces? – una voz muy conocida a sus espaldas lo hizo sobresaltar.
-¡Ashton!
El muchacho le sonrió, mostrando sus hermosos hoyuelos. Mike sintió que por fin podía respirar.
-Lo siento – dijeron al unísono. Ambos rieron.
-Quise arreglar las cosas antes, pero me di cuenta que el álgebra no es lo mío – el rizado hizo un mohín con la nariz. Mike alzó una ceja, pero no dijo nada.
-Entonces… ¿todo bien?
El teñido asintió.
-Esa fue… ¿nuestra primera pelea? – quiso saber Mike.
-Lo dices como si estuviéramos en una relación – soltó Ashton.
El teñido se mordió el labio inferior. Esas palabras le dolieron.
-¿Quieres ir a ver una película? – propuso el teñido.
-Seguro – el rizado le sonrió - ¿Sabías que el color de tus ojos hoy son diferentes?
-¿Qué? – Mike frunció el ceño.
-Debe ser por el color de tu ropa – aseguró, señalándolo.
-¿En serio? ¿Y de qué color son?
-Azul.
-¿Como el mar?
-Como el cielo.
-Mi cielo…
-¿Qué?
-Nada – le sonrió.
-Eres raro.
-Y tú, analfabeto.
*****

[En el presente]

Mike suspiró largamente. Estaba comenzando a dudar de su código… ¿y si Ashton se daba cuenta? Sacudió la cabeza para despejarse de esos pensamientos. Entonces, se le ocurrió una idea al ver a Ashton a lo lejos. Sonrió de lado.
Llegó hasta al lado del castaño, quien leía tranquilamente bajo la sombra de un árbol.
-Oye… fenómeno.
Ashton frunció el ceño. Alzó su mirada para toparse con la de Michael.
-¿Cómo me has llamado?
-Fenómeno – jugueteó con sus cejas.
-Eso es porque tengo manos enormes, ¿cierto?
“Nop, es porque eres un terroncito de azúcar”
El teñido se encogió de hombros.
-¿Qué haces?
-Conversando contigo.
-Antes de eso – Mike rodó los ojos, sentándose a su lado.
-Esperando la hora de la cena – frunció el ceño.
-Siéntete con suerte – le sonrió de lado mientras le compartía uno de sus emparedados.
-Gracias – le devolvió la sonrisa, sus hermosos hoyuelos sobresaliendo.




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