jueves, 3 de noviembre de 2016

Capítulo 3. Clases con analfabeto.

Idiota

Capítulo 3. 

Clases con analfabeto.



[Michael]

Ashton lucía preocupado y tenía motivos. En un par de días sería la prueba de algebra y él era… un asno en esa materia. Intentó buscar un tutor anotándose en la extensa lista de tutores, dos habían logrado contactarse con él, pero lo abandonaron misteriosamente en la segunda tutoría. Y si se preguntan qué tan misteriosamente, solo les responderé que al primero le dio diarrea por tomar leche dañada y el segundo prefirió darle tutoría a una muchacha demasiado desarrollada para su edad.
-Analfabeto – lo llamé en cuanto me senté a su lado. No fue difícil localizarlo, en los últimos días había estado en este lugar tratando de aprender algoritmos y formulas – si sigues perdiendo el tiempo no podrás inscribirte en una muy buena universidad.
Me ignoró, cosa que nunca ha hecho y eso me preocupó.
-¿Has escuchado lo que te he dicho, imbécil? – rodó los ojos, clara señal que sí lo hizo. Sonreí.
-Solo por hoy, ignórame – pidió.
-¿Qué?
-Tengo que aprobar este examen… o me quitaran la beca – susurró, rascándose la mejilla.
-Bueno… soy un experto en algebra – soy un mal acosador, ¿Cómo es que tiene beca? ¿Por qué no sabía eso?
-Sí también me has dicho que no me ayudarás, así que… mucha ayuda el que no estorba – musitó, centrándose nuevamente en el libro.
Fruncí el ceño.
Ashton siguió ignorándome.
Su celular sonó y él lo ignoró también.
-¿No contestarás? – alcé una ceja al ver que quien fuera que le estuviera marcando lo hacía por tercera ocasión.
Negó con la cabeza.
-¿Problemas con la zo… novia? – alcancé a corregirme.
-Algo así – respondió, sin mirarme.
Justo en estos momentos comenzaba a ponerme celoso del maldito libro de algebra, éste tenía toda la atención de mi cielo, analfabeto… en mi súper código.
Gruñí arrebatándole el libro.
-¡Oye! – reclamó, sonreí de lado.
-Así no se aprende algebra – lo miré a los ojos y él me miró esperanzado. Y es que en verdad tenía todas las esperanzas puestas en mí. Y yo no lo defraudaría. No dejaría que perdiera la beca, que lo sacaran del equipo de natación. Que lo dieran de baja del instituto. Que no pudiera entrar en una buena universidad. Que lo alejaran de mí.
No permitiría eso.
-Te ayudaré, idiota. 
Y por fin lo dije. Y él como siempre, sin entender. Le dije “amor” y él no se ha enterado.
Me siento feliz.

La verdad es que Ashton no es tan asno en algebra. Entiende bien el procedimiento. No sé porque demonios necesita un tutor. O tal vez sea la zorra la que lo distrae o el principito. No lo sé, algebra es la única materia que no comparto con él.
En fin, pasamos toda la tarde realizando ejercicios de algebra y parece ser la mejor cita que he tenido en mis 17 años de vida. De acuerdo, eso se escuchó tan patético. Necesito salir.
-Analfabeto – llamé, rodó los ojos – si no contestas ese maldito celular me veré en la necesidad de lanzarlo por la ventana.
Sonrió. Maldita seas, Ashton Irwin y tu maldita sonrisa ganadora de premios.
-Tendrás que arrojarlo.
Agrandé mis ojos.
-¿No responderás?
Se encogió de hombros.
-Es Lauren, la mejor amiga de Melisa – Melisa, ya saben, la zorra – la ha mandado a espiarme.
Vaya, yo que creía que era el único en este trabajo.
-Parece que el torpe ha puesto los ojos en alguien más – gruñí, no era mi intensión, pero el solo pensar en el fenómeno y el principito en la misma oración me daban nauseas.
-Puede ser… - musitó mirándome de una manera extraña. Luego sacudió la cabeza – Pero eso es imposible, así que… emh… gracias por ayudarme en algebra.
-Después te paso el número de mi cuenta, ya sabes… para depositar mis honorarios – le sonreí.
-Claro… Aún así, gracias – me sonrió.
Y eso fue la acción más agradable.
Adoro su sonrisa.
-De nada, idiota




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