No me olvides…
Capitulo Nueve:
Theodore Nott.
“Infiltrados
en el ministerio. No confíes en nadie.”
Harry leyó una y otra vez. Dos meses atrás había
recibido esa carta y aún no encontraba a los infiltrados. Comenzaba a sospechar
que era una clase de truco para desviarlo de su objetivo, sin embargo, no podía
negar el hecho que efectivamente, en el ministerio ocurrían cosas sospechosas.
Decidió no decir nada con respecto a la carta y
comenzó hacer sus propias investigaciones, no había conseguido nada pero eso no
significaba que nada pasara.
Las cosas con Ginny habían parecido normalizarse, al
menos ya no se trataban con resentimientos, habían hecho una especie de tregua
y llevaban una relación más llevadera. A Harry le alegraba que la relación que
mantenía la pelirroja con Scorpius no hubiera cambiado y que su pequeño hubiera
tomado las cosas con calma con respecto a la verdad de su procedencia, aunque
eso no significara que Scorpius no preguntara por su otro padre en cuanto tenía
oportunidad.
El asunto de Draco era más complicado. No podía evitar
bajar sus barreras cuando se encontraba a solas con él, a pesar que el rubio
aún se encontraba en coma. Tenía tantas dudas, tantas preguntas qué hacer pero
en cuanto Nott y él se acercaban a temas peligrosos con respecto a Draco,
Zabini y Severus, el propio Harry cambiaba de tema. No se sentía preparado para
escuchar esa verdad que tantos años había
estado huyendo.
Harry acarició la mano de Draco, quien seguía
aparentemente dormido. Lo observó detenidamente, sin cortar el contacto.
—Tienes que despertar, Draco — murmuró— tus hijos te
necesitan… yo te necesito.
Theodore entró en la habitación y el ojiverde
rápidamente quitó su mano de la del rubio.
—Potter — saludó el recién llegado, el aludido
asintió.
—¿Algún avance?
—Por desgracia, ninguno. Draco sigue igual.
En el rostro de Harry se leía la decepción.
—¿Cómo vas con el hechizo? — unas semanas
atrás, Harry había descubierto un hechizo para poder indagar en la memoria del
rubio. El procedimiento era complicado, el hechizo era muy antiguo y por lo
tanto los pasos a seguir requerían no solo de la magia sino de pociones y de
cierto tiempo de preparación para el aplicador.
—Estoy en ello, aún no domino la etapa final. ¿Has
comenzado a suministrarle las pociones?
—Desde ayer.
—Excelente. En dos semanas comenzaré a aplicarle el
hechizo de inicio.
Theodore lo escudriñó con la mirada.
—Potter, ¿estás seguro de hacerlo?
—Por supuesto — respondió, firmemente —me estoy
preparando y me aseguraré de…
—No me refiero a eso — aclaró — vas a entrar en los
recuerdos de Draco. Debes estar consciente que los recuerdos serán aleatorios. Desde
la infancia de Draco hasta los tiempos de Hogwarts e incluso de los tiempos
donde tú y él estuvieron en el juicio — el ojiazul lo miró fijamente, Harry
parecía estar sumido en sus propios recuerdos — verás cosas que tal vez no
quieras ver.
—Lo sé — el ojiverde se puso de pie — seré objetivo.
No te preocupes, haré mi trabajo.
Harry salió de la habitación. Theodore se quedó de
pie, observando al rubio.
—Llegó la hora, Draco. Potter se enterará de la
verdad.
*****
Theodore sacudió un mueble quebrado, a pesar que el
ataque había ocurrido dos meses atrás, aún tenía algunas cosas que acomodar. El
cuarto en donde se encontraba en esos momentos en un tiempo atrás Draco y él solían
usarlo de laboratorio, los atacantes parecieron tener especial interés en éste
al juzgar por los daños causado. El ex Slytherin aún continuaba ordenándolo,
prefirió hacerlo al estilo muggle para obtener alguna pista de la poción en la
que los atacantes tenían interés. Hasta el momento no tenía alguna.
Entre las cosas tiradas encontró una fotografía en
donde se encontraban él, Luna y una Lizzy de meses de edad. Se dejó caer en la
silla más cercana, contemplando la imagen. Aún no podía creer que Luna se hubiera
ido lejos por una investigación que a estas alturas él consideraba ridícula. Entendía
a la rubia y la había aceptado y amado con todas sus extravagancias, pero la excusa que tenía para su viaje era absurda.
Ella podría ser muchas cosas pero Theodore sabía que para Luna nada era más
importante que su familia. ¿El ataque tendría alguna relación con su inesperada
decisión de irse a investigar?
—Papi… — la voz
de Lizzy lo interrumpió en su análisis.
—Lizzy — el ojiazul fue a su encuentro —¿Qué pasa? —
preguntó al verle pequeños rastros de lágrimas.
—Tuve un sueño feo — gimió, abrazándolo.
El castaño la cargó, llevándola hasta su habitación. Después
del ataque, decidió que Lizzy durmiera con él a modo de precaución.
—Papi, ¿regresarán los hombres malos? — interrogó.
—No lo harán — le aseguró.
—Ese señor quería matarte, ¿Por qué quería matarte,
papi? — Lizzy amenazó con llorar.
—No quería matarme… solo… solo quería asustarnos —el
ojiazul trató de ocultar su enfado hacia los atacantes —Estaban buscando algo.
No te preocupes, Lizzy. Ya no regresarán. Lo prometo — la acostó en la cama.
—¿Y mamá?, ¿y si le hacen daño a mamá?
—Ella está a salvo, está muy lejos de aquí —el castaño
le mostró una sonrisa tranquilizadora — Descansa, princesita.
La pequeña se aferró al cuerpo de su padre, tratando
de dormir. Theodore por su lado, se sumió en el recuerdo del ataque.
—¡Ya
está lista la comida! — era su día libre en el trabajo, le había prometido a su
hija llevarla a Hogsmeade a comprarle unas cuantas golosinas y después visitar
el callejón Diagon para comenzar a surtir la lista de útiles escolares.
—¡Papá,
papá! — Lizzy se sentó en su lugar de la barrita — ¿podemos comprar grajeas de
todos los sabores? También quiero regaliz, dulces de calabaza y…
—Son
demasiadas golosinas, ¿no crees? —el mayor se sentó frente a ella.
—Son
muy pocas, además le voy a regalar a Severus unas cuantas.
—¿Unas
cuantas?
—Está
bien, muchas…
Theodore
escuchó ruidos de apariciones cerca de donde se encontraban, tomó rápidamente a
Lizzy. Se escondieron detrás de la barrita de la cocina tras aplicar un hechizo
desilusionador a ambos.
—Papi,
¿qué pasa? — Lizzy se asustó. El mayor le hizo una señal de silencio.
—Pase
lo que pase no haremos ruido, ¿de acuerdo? — la pequeña asintió, asustándose más.
Desde
su posición, Theodore pudo ver a dos hombres enmascarados, aprovechando que éstos
no sabían su ubicación activó la alarma silenciosa de intrusos que avisaba a
los aurores. Era la primera vez que recurría a ésta, esperaba que la ayuda no demorara
en llegar.
—¡Ustedes,
vayan al laboratorio! — ordenó el más alto. El castaño supo en esos momentos
que eran más de dos atacantes — Nott — llamó, haciendo respingar a Lizzy — Sé
que estás aquí, puedo sentirte maldito asqueroso mortífago.
El
ex Slytherin estudio la situación, podía atacar y ganarle fácilmente al
atacante que lo llamaba, pero no podía asegurar de los demás, no sabía con
exactitud cuántos había. Una explosión proveniente de las habitaciones lo hizo
retroceder.
—Papá…
— susurró Lizzy, aferrándose a él.
Una
nube de polvo invadió lentamente el pasillo que conducía hacía las
habitaciones.
—¡No
hay nada aquí! — gritó un segundo enmascarado.
—¡Sigue
buscando! —ordenó el más alto.
—Hay
que esperar a Nott — sugirió, en el fondo se escucharon nuevas explosiones.
—No
es necesario, él está aquí — sonrió malicioso — puedo sentirlo…
—Encuéntralo,
seguiré buscando — el segundo enmascarado se desapareció entre la nube de
polvo.
—Vamos,
Theodore… sal de donde te encuentres… quiero jugar contigo — el enmascarado
recorrió con la mirada el lugar, se dirigió hacia la cocina — prometo hacerte
mucho daño. Te arrancaré lentamente los brazos y las piernas — lanzó un hechizo
hacia la alacena, trozos de vidrios cayeron muy cerca de donde se encontraba
Nott y su hija — después, abriré tu estómago y arrancaré tus intestinos y los
lanzaré hacia la calle para que se lo coman los animales…
Theodore
seguía con la mirada al que hablaba, le apuntó con su varita, esperando el
momento indicado para atacarlo.
—Y
tu cabeza… — soltó una sonrisa malvada. Sabía que esas amenazas no surtían
efecto en el aludido, pero no podía decir lo mismo de la hija. El enmascarado sabía
que Theodore estaba con su hija — Disfrutaré sacándote los ojos y…
Ocurrió
en un parpadeo…
—¡Papá…!
— Lizzy gritó, llorando. Vio cómo su padre se había levantado dispuesto a
atacar al enmascarado. El intruso sonrió, triunfante. La pequeña había revelado
su posición. Les lanzó un hechizo revelador, seguido de un expulso. Nott logró
esquivar el segundo hechizo, pero ahora estaban a la vista del atacante.
—Esto
será divertido, ¡Expulso! — Theodore alcanzó a desviar el hechizo, contraatacó.
—¡Expelliarmus!
— un segundo enmascarado lanzó, alejando a Nott de su hija.
—¡Papá!
El
primer atacante se acercó a Lizzy.
—Dile
adiós a papá — le apuntó con la varita.
—¡Nooo!
— el castaño se abalanzó sobre él, cayendo ambos al suelo.
El
segundo enmascarado lanzó un hechizo directo a la pequeña que fue desviado
antes de llegar a su destino.
—¡Aurores!
— gritó una voz femenina. Los atacantes se escabulleron rápidamente.
Theodore frunció el ceño. Una voz femenina, esa voz le
era vagamente familiar…
*****
Hermione se encontraba sentada frente a la chimenea,
la mirada perdida entre las llamas.
— ¿Hermione? — Ron llegó frente a ella — ¿Qué pasa? —
limpió las lágrimas.
—Ya no puedo más — gimió — Tengo que decirle la verdad
a Harry.
—Hermione, ya hablamos de eso. Malfoy es el único
culpable de todo. Nosotros lo único que hicimos fue ayudar a Harry a salir
adelante.
—No hablo de eso, hablo de la otra verdad.
El pelirrojo frunció el ceño.
—¿Qué otra verdad?
—Una que involucra a personas inocentes y…
—Hermione… antes que sigas, debes saber algo — el
pelirrojo puso semblante serio — Malfoy está en san Mungo, hace meses fue
atacado en su mansión, está en coma.
—¡Merlín! ¿Cómo esta Harry?, ¿y Severus?
—Severus está bien, Lucius lo cuida — el pelirrojo
suspiró — Harry, él no está bien. No lo quiere admitir, pero aún le importa
Malfoy. Se está haciendo cargo del caso y de la recuperación de él.
—Necesito hablar con Harry, tal vez pueda ayudar a
sacar a Draco del coma — Hermione se veía ansiosa — Se lo debemos, Ron. Es lo
mínimo que podemos hacer por todo lo que le hicimos.
—No lo sé…
—Ron, hemos perdido un hijo por nuestro error, no
permitiré que algo malo le pase a los que nos quedan o incluso a ti. No. Es
hora de remediar nuestro error.
—De acuerdo — respondió, no muy convencido.
*****
Los tres se encontraban en el patio, estaban en el
descanso. Scorpius comía unos chocolates, Lizzy buscaba el postre en su
lonchera mientras Severus aún devoraba su torta. Los niños compartían
información sobre sus respectivas familias.
—Mi mamá aún está de viaje — comunicó la rubia — está
buscando nuevas criaturas mágicas. Y mi papá está ayudando al papá de Severus.
Mi papi es el mejor medimago del mundo mágico.
—¿De qué está enfermo tu papá, Severus? — Scorpius vio
cómo el ojiverde se entristecía.
—Unos hombres malos atacaron la casa de mi abuelo y mi
papi salido herido. No despierta desde ese día…
Scorpius se sentó a su lado y pasó su brazo derecho
por los hombros de su amigo.
—No te pongas triste, Severus. Tu papi va a despertar
— le aseguró.
—¿Tú crees eso, Scorpius?
—Sí — le sonrió, al ojiverde le pareció ver a su padre
en el rubio.
—Además mi papi lo está ayudando, Severus — recordó Lizzy.
Los tres niños asintieron, satisfechos por sus
conclusiones.
— ¿Cómo es tu mamá, Severus? — Scorpius quiso saber.
—Yo no tengo mamá — musitó, el rubio abrió los ojos un
poco más.
—¿Ella… está en el cielo?
—No — Severus sonrió, Scorpius frunció el ceño — Yo vengo
de dos papás.
El rubio se sorprendió enormemente, ¿Severus también
venía de dos papás como él? ¡Eso era genial! Ambos tenían mucho en común, por
eso eran muy buenos amigos.
—¿Cómo son tus papás, Scorpius?
—¡Mi papá es auror! ¡Es el mejor auror del mundo! — el
rubio habló con orgullo — Y mi mamá…
—¡No estorbes renacuajo! — un niño de cabellera
castaña empujó a Severus, tirándole la comida en el proceso.
—¡Oye! — gritó Lizzy, pero el aludido ya estaba lejos
para escucharla, aunque lo escuchó perfectamente carcajearse por lo recién
hecho.
—¿Estás bien, Severus? — Scorpius preguntó,
ayudándole.
—¿Quién es ese niño? Creo que es el mismo de la vez
pasada.
—Se llama Frank — respondió Lizzy.
—Es Albert, Lizzy — corrigió el rubio.
—Albert tiene el cabello más corto y hoy no vino a
clases.
—¿De qué hablan? – el ojiverde frunció el ceño.
—Son gemelos, Severus — explicó Scorpius — Están en el
sexto curso, dos años más y entran a Hogwarts.
—Les gusta molestar a los de primer año — refunfuñó
Lizzy.
*****
Agudizó un poco más su oído, estaba segura que los que
se encontraban del otro lado de la puerta estaban planeando un nuevo ataque.
—Hoy
haremos el ataque, recuerden, la hija de Nott es la que importa. ¡Nada de
errores! — Agrandó los ojos.
Los grilletes en sus manos no le permitían moverse
demasiado, pero tenía que hacer algo para advertir sobre el ataque. No podía
permitir que gente inocente muriera, en especial su familia.
*****
Una nube de polvo lo hizo toser en demasía, con un
movimiento de varita hizo desaparecer el exceso de polvo. Se encontraba en su
departamento limpiando lo último que le quedaba del destrozo causado por el
ataque. Levantó una caja y un par de pergaminos cayeron, Theodore frunció el
ceño al reconocer la letra de Draco en éstos.
Era difícil leerlos, estaban manchados de tintas y
quemados, uno estaba partido por la mitad. Nott trató de darle sentido a la
pequeña grafica que podía apreciar, pudo leer palabras como “fiebre”, “dolor de
cabeza”, “niños”, “adultos” y “muggles”.
—Esto es…
Draco
y Theodore estaban en el consultorio del primero, ambos analizando las
irregularidades de algunos síntomas que habían presentado tres pacientes
anteriores.
—Es
extraño, Theodore creo que deberíamos investigar más sobre esto.
—Reconozco
que es extraño lo que ha ocurrido, pero tal vez se trata del sistema
inmunológico de cada mago y…
—¡Eso
es! — gritó el rubio haciendo sobresaltar a su compañero — ¡Eres un genio,
Theodore! ¿Cómo no lo pensé antes?
—¿De
qué hablas? — Draco caminó de un lado a otro.
—El
sistema inmunológico, esa es la clave. Tengo que iniciar con los estudios desde
ya y replantear mi hipótesis.
—¿Hipótesis?
¿Draco, de qué demonios hablas?
—¡Gripe
Muggle!
Sin
esperar más, salió rápidamente de su departamento y se dirigió hacia San Mungo.
—¡Por supuesto! — Theodore salió rápidamente de la
habitación.
*****
Harry se dirigió hacia la habitación de Draco, se sentía
frustrado por no poder perfeccionar el hechizo para poder recuperar el recuerdo
y así despertarlo.
—¡Potter!
—¿Nott?
—Sé que poción buscan los atacantes — le confesó en
cuanto estuvo frente a él — Gripe Muggle.
Harry frunció el ceño, recordando algo sobre eso.
—Hasta donde sé, Draco solo pudo realizar la Poción Estabilizadora
y no fue muy efectiva.
—Él estaba haciendo
lo posible para encontrar la cura.
—Lo sé — el ojiverde lo sabía perfectamente, eso
sucedió cuando aún vivían juntos.
—Lo siguió intentando, incluso cuando le retiraron los
recursos — confesó Nott — Tal vez logró hacerla y los atacantes lo
descubrieron.
—Eso reduce la lista de sospechosos, Nott — “y la de
los traidores”, pensó.
Una luz brillante apareció frente a ellos, Theodore y Harry
sacaron sus respectivas varitas, dispuestos a atacar.
Atacarán
el Colegio Mágico, no hay tiempo que perder, Harry date prisa.
Ambos muchachos intercambiaron miradas, al ex
Slytherin se le hizo conocida la voz.
—¿Qué fue eso? — preguntó, desconcertado.
—No lo sé, pero haré caso a la advertencia sea cierta
o falsa. Tú quédate aquí, vigila a Draco, te mandaré a alguien.
Harry fue corriendo hacia la salida mientras avisaba a
su equipo sobre el ataque hacia el colegio.
*****
Cuando Blaise y compañía llegaron al colegio, éste se
encontraba rodeado por aurores.
—¿Qué demonios pasa aquí? — expresó Pucey.
—Alguien les ha advertido — Pansy llegó hasta con
ellos — Justin y yo hemos rodeado el perímetro, todo está cubierto por aurores.
—Debemos abortar la misión — ordenó Blaise.
—¿Qué?
—No debemos ser descubiertos, hasta ahora no saben quiénes
somos y eso debe continuar así — explicó — Son demasiados aurores.
—Podemos con ellos.
—Y para cuando lo logremos, ya no estará el objetivo.
—¿Dejaremos ir esta oportunidad? — Pucey señaló hacia
donde se encontraba su objetivo, siendo custodiado especialmente por Harry Potter.
—Habrá más, ahora regresemos.
A regañadientes, todos se fueron del lugar. Antes de
desaparecer, Blaise siguió con su mirada a Severus, quien era custodiado por
Lucius.
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