Obsesión
Capitulo Veintiuno:
¿Calma?
Mientras caminaba por el pasillo, escoltado y con
varios hechizos encima para que no pudiera escapar, Francis Morseferth
reflexionaba por lo recién ocurrido ¿Cómo demonios fue qué terminó capturado,
cuando había tomado todas las precauciones necesarias? Es decir, sus delitos
anteriores habían sido cubiertos muy bien (nada que un Obliviate no pudiera arreglar nada), quizás la única prueba
descubierta fueran aquellas que estaban en aquel cuarto secreto de la mansión
Zabini, pero ni siquiera Rose estaba enterada de aquel cuarto.
¿Acaso Blaise lo había traicionado? No. No podría
hacer eso, el Pacto Mágico estaba de por medio, por lo tanto no podría ser eso.
Y sin embargo, ahí estaba en camino para ser juzgado por los miembros del
Tribunal de Azkaban. Solo fue cuestión de minutos para adentrarse en la sala
(una parecida a la del ministerio) y estar frente al Tribunal en cuestión.
Una cosa era segura. Francis saldría de ahí, ya sea
por una condena a cadena perpetua o al beso del dementor. Y él lo sabía. Las
personas que eran juzgadas en ese lugar, eran las llamadas ‘Personas de alto peligro’, los miembros del tribunal eran llamados
con carácter urgente y tenían que presentarse obligatoriamente, fuera la hora
que fuera. Así que, aunque esa madrugada era Navidad, tenían que estar ahí.
-Francis Morseferth, ¿sabe el motivo por el cual ha
sido capturado? – interrogó el ministro de magia, una vez que todos estaban en
sus posiciones.
-No, señor – dejó salir inocentemente el aludido.
-Se le acusa de tortura, violencia y chantaje, así
como también de violación hacia sus prisioneros. ¿Cómo se declara?
-Inocente, señor – habló seguro.
-¿Recuerda al prisionero Anthony Olsen? – preguntó el
ministro.
-Sí señor, lo capturé en mi primera misión – y
esbozando una sonrisa apenas perceptible hacia el Tribunal y al propio
ministro, pensó: “y también hice otras
cosas con él”.
-El señor Olsen ha presentado una denuncia hacia
usted, la cual ha sido corroborada, con la ayuda de su primo lejano Cole Flint
– el rubio no hizo gesto alguno al escuchar la acusación de su propio pariente –
Ambas declaraciones son verídicas Morseferth, así que el Tribunal de Azkaban
dentro de unos momentos dará el veredicto final. Mientras tanto, llamaré a denunciar
al joven Blaise Zabini, ¿Alguna objeción?
-Ninguna, señor – exclamó Francis – Salvo que mi primo
Cole, está resentido conmigo, quizás su declaración en mi contra sea demasiado
subjetiva.
-Ya se consideró esa parte, sin embargo, la
declaración de Flint es verídica, por lo tanto su petición es nula – aclaró el
ministro - ¿otra objeción?
-Ninguna – fue la simple respuesta de Francis. Sabía
que no saldría inmune a ese juicio, sin embargo no perdía nada con intentar
hacer algo ¿cierto?
Además, aún estaba el asunto de Blaise, y ahí sí que
tenía algo seguro. Blaise no lo denunciaría.
El ministro observó cómo Francis le enviaba una mirada
y una sonrisa triunfadora. Algo andaba mal. Y tenía que averiguarlo.
[…]
Robards observaba determinantemente a Blaise, quien
estaba sentado frente a él, esperando su respuesta.
-No ha pasado nada – repitió por tercera vez el
Slytherin. Robards frunció el ceño.
Llevaban más de media hora en aquella pequeña oficina,
Rose estaba en la sala de espera, mientras Blaise era interrogado por Robards,
sin embargo, el mayor ya estaba perdiendo la paciencia.
-Morseferth ya está siendo juzgado en estos momentos
por el Tribunal de Azkaban y te aseguro que no saldrá de este lugar, así que
solo di lo que tengas que decir ¿de acuerdo?
Blaise lo miro de manera inexpresiva, pero siguió con
la misma respuesta.
-No tengo nada que decir – fue su respuesta rotunda.
-¡Morseferth no le va hacer daño a la persona con la
que te haya amenazado! – Insistía el jefe de aurores – el tribunal le dará una
sentencia de cadena perpetua o el beso del dementor, si lo denuncias lo más
probable es que ocurra esto último.
Por más que Robards le insistiera o le dijera, Blaise
no diría nada, quizás salvo con un “no te
preocupes, el Pacto Mágico esta anulado”, mientras tanto, el Slytherin
seguiría en un callejón sin salida.
-No es ningún secreto lo que estaba o lo que ha estado
ocurriendo entre tú y Morseferth en sus habitaciones – soltó crudamente el jefe
de aurores al límite de su paciencia. Blaise se sonrojó y desvió la mirada – solo
es cuestión que lo digas.
Blaise abrió la boca, pero de ésta no salió sonido
alguno, la cerró. Robards se levantó de su lugar dirigiéndose al moreno, justo
en el momento en que el Ministro entraba en la habitación.
-¿Ya ha declarado? – preguntó.
-No. Al parecer no sabe que al encubrir un delito
también puede ser un boleto directo a Azkaban – dejó salir como si nada el jefe
de aurores, Blaise agrandó los ojos.
-¿Por qué no quieres declarar? – preguntó en un tono
amable Kingsley, ignorando la queja del otro.
-No hay nada que declarar – dejó salir nervioso, no le
agradaba en lo más mínimo mentirle al ministro.
-¿Sabes qué es esto, Blaise? – preguntó el mayor,
enseñándole un frasco que contenía un líquido blanco.
-¡No puede obligarme a tomar eso! – soltó Blaise,
levantándose de la silla, al reconocer el Veritaserum.
-Claro que puede – expresó Robards – es el ministro
del Mundo Mágico.
-No… — murmuró retrocediendo, hasta topar con la
pared, ¿y si lo obligaban a tomarse la poción?, ¿y si con ello fallaba al Pacto?
¿Por qué demonios era interrogado de esa manera si el responsable de todo era
Francis?
-Si dices que no hay nada qué declarar… entonces, no
hay porqué temer – el ministro lo observó atentamente — ¿Qué es lo que temes,
Blaise?
“Faltar al
Pacto Mágico” – pensó, mientras veía con cierto terror aquel
pequeño frasco.
-¿Con que un Pacto Mágico, eh? – Dejó salir el
ministro, Blaise entornó los ojos – qué astuto por parte de Morseferth.
-Yo no…
-No hace falta que lo digas, lo sé – afirmó Kingsley –
no has faltado a él, te lo aseguro – dijo con una sonrisa el mayor. Blaise
tragó saliva, no sabía si por aliviado o por miedo – Robards, lleva al joven
Zabini con su madre hacia el ministerio, los veré en mi oficina en media hora.
-Sí, señor – y sin más que decir, el ministro salió de
aquel lugar, dejando a Blaise desconcertado y más asustado que en toda su vida.
[…]
Se encontraba observando el cielo oscuro junto a Terry
en el jardín. Después de haber hecho el brindis de la Navidad, la familia
Weasley (al menos los que habían asistido a la reunión) ya se había ido a
descansar al igual que Harry y Michael Corner, quien descansaba en un pequeño
sillón de la sala.
Era una madrugada silenciosa, Ron observaba a la nieve
caer lentamente. Se supone que esa sería una Navidad inolvidable, junto a su
Blaise.
Se encontraba ahí, en el mismo lugar donde solía estar
con aquel Slytherin cuando estaban en la Madriguera, con la diferencia que el
que lo estaba abrazando cariñosamente no era Blaise. Esos brazos que lo
rodeaban por la espalda no tenían aquel calor que le emanaba el Slytherin. No.
Porque ese no era Blaise, era Terry.
La madrugada comenzaba a refrescar, pero al pelirrojo
no le importó. Así como a Blaise tampoco le importó su relación. No, a Blaise
le importaba más aquel profesor, a Francis.
-¿Por qué a Blaise no le importó nuestra relación? –
murmuró el pelirrojo, apenas siendo consciente de haber hecho la pregunta.
-Por idiota, seguro – respondió de igual manera el
Ravenclaw, quien había escuchado perfectamente.
Ron iba a protestar, sin embargo un nudo en la
garganta y una lagrima traicionera, se lo impidió. Y sin saber muy bien en qué
momento exacto, ya estaba llorando en los brazos de Terry Boot.
Harry observaba la escena desde la cocina. Le dolía el
hecho de poder hacer nada por su
amigo. Era consciente que durante las noches su amigo se preguntaba en un
susurro el porqué de la actitud de Blaise, y normalmente terminaba llorando o
prometiéndose que jamás lloraría nuevamente por él. La noche siguiente era lo
mismo.
El ojiverde, muy internamente, guardaba el rencor
acumulado hacia dicho Slytherin, tenía ganas de aventarle alguna maldición,
incluso el Avada, pero Ron le había
pedido que no hiciera nada. Y él, Harry, cumplía su palabra.
-Con que espiando a tu amigo y al mío ¿eh, Potter? –
la voz de Michael Corner, detrás de él, lo hizo tensarse en demasía.
-Creí que dormías – soltó de manera inexpresiva, al
voltear hacia con él.
-¿También me espías a mí? – preguntó con una sonrisa
ladina.
-No – fue la rotunda respuesta de Harry, sin embargo
comenzaba a ponerse nervioso ¿Qué demonios ocurría con él? ¿Por qué aquel chico
lograba descolocarlo?
-¿Te aburres? – interrogó, mientras avanzaba hacia el
chico-que-venció. Sabía de ante mano la influencia que tenía sobre el ojiverde.
Sí, Michael sabía que lograba poner demasiado nervioso al famoso Harry Potter…
y eso le agradaba.
-Me voy – expresó, avanzando rápidamente hacia la
puerta que conducía hacia la sala, sin embargo el otro chico se interpuso en su
camino — ¡Corner! — se quejó Harry, al borde de la histeria. El aludido le
sonrió desafiante. Esa era una batalla perdida.
-¿Qué pasa Potter? – Preguntó mientras se aceraba más
hacia él – venciste al desquiciado de
Voldemort, pero no puedes con un insignificante… - le susurró al oído – chico —
el aliento caliente de Michael en su nuca hizo que se estremeciera, el ojiverde
era consciente que si se quedaba unos segundos más perdería ante el deseo.
Y así fue…
Aun recordaba la última vez, sabía lo que podía pasar
a continuación, sabía perfectamente cómo Michael podía hacerlo sentir. Sabía
que se arrepentiría, pero ¡Por Merlín! aquel Ravenclaw era un dios en el sexo, sabía cómo hacerle
tener un magnifico orgasmo. Y aunque no quería admitirlo, quería hacerlo de
nuevo.
Solo fue cuestión de segundos para verse siendo besado
por Corner. Harry sabía que estaba traicionando a Draco. Era consciente que le
haría daño, pero ¿acaso Draco no le había hecho lo mismo tan solo unos días
atrás, cuando repentinamente había ido hasta con él para cancelar aquella cita
que había planeado con tanto esmero? No, a Draco no le importó que él, Harry, hubiera
dejado de hacer algunos deberes. Hubiera, incluso, dejado de lado a Ron con su
dolor para planear muy bien aquella cita. A Draco le había importado más irse
con Blaise, que el quedarse con él.
Harry odió ese momento, odio que a Draco le importara
más su amigo que él. ¿Acaso Ron no estaba igual o incluso peor que Blaise? Si,
y sin embargo su amigo pelirrojo jamás hizo que él deshiciera sus planes.
Blaise sí.
El Gryffindor estaba enfadado ese día, quería
desquitarse con alguien, quería hacerle daño a Draco, pero solo lo pensó jamás
se le cruzó por la mente llevar a cabo su venganza. Hasta el momento en que
apareció Michael Corner en su camino. Harry aún no comprendía cómo demonios un “Lárgate, Corner” se había convertido en
un lujurioso “Más rápido, Corner”.
Harry sintió cómo una mano experta se abría paso a su
miembro semi-despierto a través de su pantalón, solo entonces fue consciente de
la realidad. Abrió los ojos de golpe. Se encontró sentado arriba de la mesa sin
ninguna prenda que cubriera su torso, mientras el Ravenclaw besaba su cuello y
sus manos abrían paso hacia su intimidad. Harry jadeó ante la idea de lo que
estaba por hacer.
Empujó fuertemente al otro chico, quien parpadeó desconcertado
por la repentina actitud del ojiverde.
-No lo haré nuevamente – sentenció Harry, mientras se
bajaba de la mesa y buscaba algo con la mirada. Seguramente el resto de su ropa.
-Eso decías minutos atrás – dijo Corner con una
sonrisa de lado – y mira hasta donde hemos llegado – se burló de él. Harry
gruñó mientras se terminaba de arreglar las ropas.
-No traicionaré a Draco, lo amo – confesó.
-Claro – le dio por su lado.
-Aquella ocasión fue un error, estaba enojado con él –
aclaró al percatarse del sarcasmo del otro chico.
-Entonces… — Michael se acercó a Harry lentamente –
solo debo esperar a que Malfoy haga otra estupidez, ¿no? – le susurró al oído
peligrosamente, Harry se estremeció, sin embargo no cambió su expresión – y
cuando lo haga, me buscarás, lo sé. Lo que no sé es que… si yo quiera hacerlo
nuevamente – expresó arrogantemente.
En el momento en que Michael se alejó de Harry, Terry
y Ron entraron a la cocina.
-¿Estás listo, Michael? – preguntó Terry a su amigo, quien,
a diferencia de Harry, siempre conservó sus prendas y su anatomía no había
sufrido algún cambio visible.
[…]
Cuando el ministro de magia entró en aquella sala,
Francis sabía que nuevamente había ganado, en la cara del ministro se reflejaba
la preocupación, por lo tanto el rubio sabía que Blaise no lo había
traicionado.
-Que se levante el acusado – ordenó el ministro con voz
seria, Francis obedeció – el Tribunal ha llegado a un veredicto, Francis
Morseferth de la acusación de tortura, violencia y chantaje, así como también
de violación hacia sus prisioneros, el Tribunal de Azkaban lo declara:
culpable. La condena será a cadena perpetua, sin embargo aún queda la
declaración del joven Blaise Zabini, en cuanto se haga, la condena puede
cambiar. Se le recluirá en la misma zona de los Mortífagos.
-¿Qué? – exclamó sorprendido.
Cuestión de minutos, Francis se vio conducido hacia
las celdas de Azkaban, preguntándose internamente por qué demonios lo habían
clasificado en el mismo nivel que aquellos inútiles de los Mortífagos, como
Lucius Malfoy. Entró, a la que ahora sería su celda, era muy pequeña, apenas cabía
una cama… o un intento de cama, ya que solo era un colchón viejo individual y un
retrete de condiciones dudosas.
-Déjenme solo con él por unos momentos – ordenó el
ministro, solo entonces Francis se dio cuenta que Kingsley lo había acompañado
hasta aquella celda – Morseferth – le llamó — ¿Qué tipo de Pacto Mágico
obligaste hacer al chico Zabini? – Francis lo observó.
-No sé de qué habla, señor – dejó salir inocentemente.
-Sé que lo hiciste – afirmó el ministro – y te aseguro
que lo voy a descubrir Morseferth. Liberaré a Blaise Zabini del Pacto Mágico.
-Como dije antes señor, no sé de qué habla – insistió
el ex auror – puede probarlo dándome a beber Veritaserum.
-No es necesario, puedes evadir los efectos – el
ministro hizo una pausa, en la cual observó detenidamente a Francis — ¿Sabías
que actuando de esa manera, te estás convirtiendo en tu padre? – Inquirió el
ministro – la última persona, que según recuerdo, no querías convertirte.
Y sin más que decir, el ministro salió del lugar,
dejando a Francis dubitativo.
-A diferencia de mi padre, yo sí amo a Blaise –
murmuró para sí mismo – y me dará un hijo.
Francis se sentó en el colchón, mientras sonreía
satisfactoriamente.
[…]
Solo habían dormido unas cuantas horas, cuando Molly
fue a despertarlos con una grata sorpresa. Hermione había llegado a la
madriguera. Tanto Ron como Harry se apresuraron para recibir a su amiga, a
quien no habían visto desde meses atrás.
-Así que, después de todo decidiste terminar tus
estudios – dejó salir Ginny, quien se había unido a la conversación desde hacía
un rato.
-Pero ¿Beauxbatons? – preguntó escéptico Harry, y
porque no, un poco decepcionado – creí que si regresabas, lo harías en Hogwarts,
con nosotros.
-Lo consideré, pero estando estudiando en Francia,
estoy más cerca de mis padres – expresó Hermione.
-Tienes razón – le sonrió Harry.
Estuvieron gran parte de la mañana poniéndose al
corriente… o al menos unas cuantas cosas. Hermione se percató que Ron casi no
participaba en la conversación y que a pesar que trataba de disimularlo, estaba
triste, demasiado triste.
-Oye Ron – llamó Hermione - ¿Por qué no me muestras
ese grandioso suéter que te hizo esta navidad tu madre? – Ron se levantó de su
lugar sin decir nada, mientras se dirigía a su habitación - ¿Qué ha ocurrido? –
le preguntó a Ginny y a Harry, una vez Ron fuera del alcance.
-Ha estado así desde que llegó – respondió Ginny –
quizás el idiota de Blaise cambió de planes en el último momento – se cruzó de
brazos, enfurruñada. Sin embargo, Hermione se percató del sutil gesto que Harry
hizo al oír la respuesta de la pelirroja.
-Harry ¿practicamos algunos encantamientos? – Expresó
de pronto, dejando confundido a Harry – ya sabes… esos que me pedías por carta
– inquirió la castaña, el ojiverde enarcó una ceja y después de un gesto, muy
extraño de Hermione para él, comprendió.
-¡Ah, claro, el encantamiento, por supuesto! – Dejó
salir – vamos al jardín. Ginny, cuando baje Ron le dices que estaremos en el
jardín ¿de acuerdo?
-Claro – respondió la pelirroja, mientras comenzaba
abrir sus regalos de navidad.
Y una vez en el jardín, Hermione se paró frente a Harry,
esperando una respuesta concreta.
-Blaise terminó con Ron – soltó Harry sin más preámbulos.
-¿Qué? ¿Por qué? – se extrañó la castaña.
-Hay un nuevo profesor de DCAO, Francis Morseferth.
-¿El auror que es igual de poderoso que Moody?
-Ex auror, sí.
-¿Y él qué tiene que ver?
-Le robaron una poción… y la encontraron entre las
cosas de Ron.
-¡Él jamás robaría algo que no es suyo! – dejó salir
indignada – ¡y Blaise sería un idiota si creería en eso!
-Entonces lo es – espetó Harry, ante la mirada
entornada de la castaña – así es Hermione, Blaise terminó con Ron porque creyó más
en la evidencia que en su novio.
-Es un idiota – murmuró.
-No lo encuentro – la voz de Ron los hizo sobresaltar
de pronto - ¿Qué hacen aquí?
-Practicando – ambos chicos le respondieron, sin
embargo Ron no les creyó, ya que ninguno traía su varita en mano.
-¿Qué tal si vamos a comer a Hogsmeade? – propuso
Hermione repentinamente.
[…]
Ya pasaba más del medio día y sin embargo, él seguía
ahí, en el mismo lugar, en la misma posición, acurrucado en su cama, mientras
recordaba todo lo ocurrido en las últimas horas. A esas alturas, tanto su madre
como sus amigos ya sabían, o al menos tendrían una sospecha, sobre lo que había
ocurrido con él y el estúpido de Morseferth.
Después que el ministro se había ido dejándolo con
Robards, Blaise y su madre fueron transportados hacia el ministerio, donde el
mismo ministro le había dicho todo a Rose sobre lo que sospechaba de
Morseferth: un posible chantaje, un probable Pacto Mágico, las violaciones, las
cuales eran cien por ciento ciertas.
Blaise aún recordaba cómo su madre había llorado e
incluso cómo había terminado desmayada por tales noticas. El Slytherin se
sentía avergonzado, humillado… sucio.
Y le dolía ver sufrir a su madre. En cuanto estuvieron en casa, con un auror
cuidándolos, Rose no paró de pedirle perdón “Debí
haberme dado cuenta”, le decía a Blaise, “Qué estúpida fui al confiar en él“, lloraba con mucho dolor.
Y Blaise, no podía decirle nada, si decía un “tú no tienes la culpa”, estaría
confirmando lo que sospechaban y consiguiente rompería el Pacto Mágico. El moreno
se sentía cada vez peor, ni siquiera podía darle consuelo a su madre por culpa
del idiota de Francis. Ese maldito que, aunque ya estaba detenido, seguía
estando presente en él por el Pacto.
Ambos se fueron a sus respectivas habitaciones a
descansar, aunque ninguno pudo hacerlo realmente. Los dos habían llorado por el
dolor del otro, por la impotencia de no corregir los errores del pasado.
[…]
Hasta muy entrada la noche, Hermione se despidió de
sus amigos, ya que ambos regresarían al colegio al día siguiente.
-Puedes venir las veces que quieras – expresó Molly –
esta es tu casa.
-Gracias señora Weasley – agradeció la castaña.
Uno a uno de los miembros de la familia se despedió de
la chica, hasta que solo quedaron Ron y Harry.
-¿Segura que por Red Flú? – insistió por tercera vez
Harry.
-Tengo que pasar a unos lugares antes de irme a
Francia – explicó.
-¿Un nuevo proyecto? – opinó Ron.
-Puede ser… — inquirió.
-No me digas que aún sigues con lo del P.E.D.D.O –
expresó consternado el ojiverde.
-Es una sorpresa, en cuanto termine el año y si todo
sale bien, se los contaré, lo prometo – aseguró.
-De acuerdo – respondieron ambos chicos.
-Suerte – les deseó a ambos. Se despidió con un abrazo,
el de Ron tardó un poco más – si realmente te ama, creerá en ti – le susurró al
oído y se metió a la Red Flú. Dejando a Ron con una sonrisa, la primera que le veía
desde que ella había estado ahí.
[…]
Un nuevo día amanecía y mientras Ron y Harry se
preparaban para irse a Hogwarts, Theo y Neville despertaban en la habitación
del primero. Neville le envió una dulce sonrisa mientras lo contemplaba,
observó en Theo una mirada distinta a la que solía enviarle por las mañanas, y aunque
no le transmitía algo negativo, se arriesgó a preguntarle.
-¿Todo bien?
Hubo una pausa larga por parte de Theo, sin embargo el
castaño le sonrió.
-Sí – respondió – Neville… ¿te gustaría que viviéramos
juntos?
Neville parpadeó por la repentina propuesta, después
le volvió a sonreír.
-Sí – Le dio un casto beso en los labios - ¿Has
escogido la casa? – interrogó, sabía que Theo no querría vivir con él en su
mansión, le recordaba a su padre. Y estaba de más decir que a Neville le sucedía
lo mismo con la suya, le recordaba a su abuela.
-No, quisiera que lo hiciéramos ambos.
-De acuerdo – sonrió, mientras se acurrucaba en sus
brazos – te amo, Theo.
-Y yo a ti más – le murmuró el Slytherin.
Una lechuza color café se plantó frente a la cama
donde se encontraban. Los dos la identificaron de inmediato. Era de Blaise.
Neville se incorporó y le quito la pequeña carta que la lechuza llevaba.
-Es de la madre de Blaise – le comunicó a Theo,
mientras se la alcanzaba. Theo le dio una leída rápida.
-Quiere vernos a los dos, también mandó hablar a Draco
y a su madre – Ambos chicos se dispusieron a vestirse para ir a la casa de su
amigo. Era hora de las respuestas.
El día anterior, Draco, Theo y Neville habían ido a
buscar a Blaise a su casa al ver que no llegaba a la pequeña reunión en la
mansión Nott, mas fue su sorpresa el encontrar a Narcisa Malfoy un poco histérica
por la recién noticia, la rodeaban los aurores, Draco se preocupó pues pensó
que algo había ocurrido con su padre, sin embargo no era eso.
Los tres chicos estaban desconcertados, los aurores que
rodeaban la mansión Zabini hablaban sobre buscar pruebas en contra de Francis
Morseferth. Narcisa, al tranquilizarse, les adelantó algo sobre las fotografías
de Morseferth, así como también que Rose había ido a Hogwarts a recoger a
Blaise.
-¿No llegó por Red Flú? – había preguntado Draco.
-No, él le avisó a Rose que no vendría por las
vacaciones – le aclaró a Narcisa.
Los tres chicos cada vez sacaban conclusiones más sospechosas
sobre Francis y Blaise. Las horas siguientes fueron un poco desesperantes al no
tener noticias sobre la familia Zabini, hasta que muy entrada en la madrugada
Rose y Blaise aparecieron en su mansión. Sin embargo, ellos no preguntaron ni
dijeron nada.
-Podrían dejarnos un rato a solas – les había pedido
Rose.
Los demás asintieron, sabían que las cosas no habían
salido muy bien, se despidieron de ellos con unas cuantas palabras prometiendo
que si los necesitaban no dudaran en llamarlos, ahí estarían sin importar la
hora que fuera. Los cuatro se fueron después de asegurarse que un auror los
vigilara, aunque sinceramente un auror ya no era tan confiable para ellos.
Y ahí estaban, Theo y Neville sentados en la sala
esperando el momento en que Draco y su madre aparecieran también. Mientras Rose
le murmuraba algunas cosas a Blaise en el oído. Y el ministro y Robards
intercambiaban palabras. Minutos después los Malfoy aparecieron.
El ministro fue el que comenzó hablar, fue muy sutil
al decirles a los chicos los motivos por el cual Francis había sido retenido y
aunque obvió la parte del asunto de Blaise y Francis, los chicos supieron lo
que había ocurrido en realidad. A Kingsley no le quedó de otra que hablar de
sus hipótesis y les pidió total discreción por la seguridad de Blaise, aunque
estaba demás pedírselos ya que a los chicos les importaba mucho su amigo.
Les habló sobre un posible Pacto Mágico, el mayor
advirtió que Blaise se estaba preocupando en demasía, sin embargo, el ministro
le tranquilizó asegurándose que no faltaba a nada, pues eran solo hipótesis lo
que ellos estaban haciendo.
-Lo único que nos falta decirles – hablaba el ministro
– es sobre esta fotografía.
El mayor les mostró a los Slytherin una fotografía
donde aparecían ellos tres abrazándose mientras apagaban las velitas del pastel
de cumpleaños de Blaise. Los chicos fruncieron el ceño al ver algunos trazos en
sus rostros.
-¿Qué significan esas rayas? – preguntó preocupado
Draco, al ver que en aquella fotografía en su rostro había una cruz.
-No lo sabemos – confesó Robards – sin embargo, en el
lenguaje de los aurores, el círculo rojo significa “un objetivo” – observó detenidamente
a Blaise, quien tragó saliva.
Todo comenzaba a tener sentido para el Slytherin,
desde un principio Francis ya lo tenía en la mira, solo tuvo que esperar el
momento indicado para llevar a cabo su plan.
-La letra V – señaló en la fotografía a Theodore –
significa “venganza” – Theo frunció el ceño ¿venganza de qué? Se preguntaba internamente – Morseferth fue el
que capturó a tu padre cuando se llevó a cabo la batalla en el ministerio en la
sala de las profecías, sin embargo solo unos cuantos meses después Voldemort
los liberó, eso enfureció a Morseferth – le comunicó, adivinando sus
pensamientos.
-¿Y eso que tiene que ver? – Preguntó desconcertado
Theo.
-Mientras tu padre estuvo en Azkaban, tuvo varios
enfrentamientos con Morseferth y lamento decir que, siempre creímos en la
palabra de Francis y no en la de tu padre – Theo enarcó una ceja – recuerda que
en ese tiempo, no sabíamos que estaban de nuestra parte.
-¿Está diciendo que Francis se quiere vengar de mi
padre a través de mí? – inquirió, obviando la injusticia del trato hacia su
padre en Azkaban.
-Sabemos que tu
padre le hizo algo a Francis, no sabemos a ciencia cierta qué es, sin embargo
Francis juró vengarse de él a través de ti, se lo hizo saber ese día cuando Voldemort
fue a liberarlos.
-Mi padre está muerto – dejó salir.
-Lo sabemos, Francis también lo sabe, sin embargo él
es un tipo que siempre cumple con sus promesas, además es muy rencoroso y no le
importará si tu padre vive o no para llevar a cabo su venganza.
-Aun sabiendo eso ¿lo reclutaron como auror? –
preguntó indignada Narcisa.
-Eso no importa ahora – dejó salir Robards evitando el
tema y señalando ahora en la fotografía a Draco – la cruz significa… “muerte”.
Draco se estremeció al escuchar aquellas palabras, su
madre se llevó las manos a su pecho, afligida.
-¿También se quiere vengar por mi padre? – preguntó
con voz ahogada.
-No lo sabemos, nunca tuvo problemas con tu padre –
fue la simple respuesta del jefe de aurores.
Todos se mantuvieron en silencio ante las nuevas
noticias.
-Sé que los hemos preocupado en demasía – hablaba
ahora el ministro – sin embargo no están solos, ya no más. Esta vez Robards y
yo les daremos protección, mandaremos aurores de plena confianza para
protegerlos en todo momento, sé que Francis ya está detenido, sin embargo no
hay que dejar de lado que fue un auror y uno de los mejores, quizás tenga
contactos para que terminen su trabajo o quizás quiera hacerlo personalmente,
por lo tanto la seguridad de ustedes es lo importante.
-¿Entonces cree que Francis escapará de Azkaban? –
preguntó entornando los ojos Neville.
-Así es, aunque ya se tomaron todas las medidas
necesarias para que no pueda hacerlo. Pero no está de más protegerlos a
ustedes, así que si piensan salir de la ciudad o hacer cosas las cuales
requieran salir de casa o Hogwarts tienen que notificárnoslo para poder
brindarles protección, ¿de acuerdo?
-Esto me recuerda a cuando nos tenían vigilados
mientras se comprobaba que, efectivamente, éramos espías de parte de la Orden
del Fénix — dejó salir rencorosamente Draco.
-En esta ocasión no los estamos vigilando, sino
protegiendo.
El ministro y compañía se retiraron a cabo de unos
cuantos minutos después de haber dado recomendaciones a los presentes. Narcisa
se dirigió hacia Rose, para darle apoyo. Ambas se fueron al jardín, mientras los
chicos se quedaban en la sala de estar.
Blaise se quedó en silencio, no sabía que decir. Sin
embargo los otros tres chicos sabían qué era lo que necesitaba y eso era apoyo,
comprensión, compañía…
-Estamos contigo – le dijo Draco, mientras le sonreía.
-Siempre estaremos contigo cuando nos necesites –
aseguró Theodore, sentándose a su lado.
-Ya no estás solo en esto – expresó Neville.
El moreno les agradeció con un asentimiento de cabeza,
un nudo en la garganta le impedía hablar. Sin embargo, por dentro les agradecía
infinitamente por sus palabras. Por su amistad incondicional.
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